¿Qué es?
Para
saber en qué consiste la fascitis
plantar primero debemos conocer cuál es la estructura implicada en este
trastorno. En la planta del pie existe una banda gruesa de tejido denominada
fascia plantar, que se extiende desde el talón (tuberosidad del
calcáneo medial) hasta las
falanges proximales de los dedos de los pies. La función de esta
banda es la de tensar la base del pie manteniendo la curvatura plantar, y
amortiguar el impacto derivado del acto del desplazamiento sobre la planta del
pie.
La fascitis plantar es la inflamación de la fascia plantar debida, por lo general, a un
exceso de uso (muy común en los deportistas), un estiramiento de la misma, o la
presencia de ciertos factores predisponentes. Estas situaciones suelen generar
en el tejido una serie de micro
traumatismos que el organismo no tiene tiempo de reparar, de modo que
terminan por producir su degeneración.
La mayoría de los casos de fascitis plantar se presentan
en individuos varones activos de entre 40 y 70 años, se trata también de un
problema muy habitual entre los corredores.
Causas
Hasta
hace poco se pensaba que este problema se encontraba asociado únicamente a la
presencia de un espolón en el talón, y aunque es cierto que esta es una de las causas de la fascitis plantar, no es
la única. El espolón es una protuberancia ósea formada en un lado de la
curvatura ascendente del hueso calcáneo, la presencia de esta estructura causa
la inflamación de los tejidos adyacentes, entre ellos la fascia, lo que produce
dolor y dificulta el desplazamiento.
A
parte de por la presencia de un espolón, la fascitis plantar se produce
habitualmente por una sobrecarga gradual y progresiva de la fascia plantar, y
los factores que predisponen a su aparición son:
-
Exceso de carga en el pie
causada por correr largas distancias, especialmente en terrenos desfavorables
con pendientes pronunciadas o superficies desiguales.
-
El empleo de un calzado inadecuado, con la suela
demasiado blanda o una sujeción deficiente del arco plantar o del talón.
-
Pies planos o
excesivamente arqueados.
-
Exceso de peso.
-
Presencia de un tendón de Aquiles tenso.
-
Debilidad del músculo
sóleo, ya que este músculo es el encargado de la flexión de la
planta del pie, de modo que si se encuentra alterado el paciente tratará de
corregir la falta modificando su paso y provocando así una lesión.
-
Edad; a
medida que envejecemos la fascia plantar va perdiendo elasticidad, a esto se
suma que la musculatura que participa en el movimiento del pie también va
perdiendo su fuerza, y su capacidad de regeneración disminuye. Además, la capa
de grasa presente en el talón, y que amortigua gran parte del impacto recibido
por el pie, también disminuye, favoreciendo así la aparición de lesiones en la
fascia.
Síntomas
El síntoma clásico de la facitis plantar
es el dolor, a veces incapacitante, ya sea en la planta del pie o en el talón.
Este suele presentarse desde primera hora de la mañana, cuando el paciente está
recién levantado, y va cediendo a lo largo del día, mejorando con el descanso.
Si se produce una marcha prologada el dolor suele empeorar, aunque también es
posible notarlo simplemente estando de pie o incluso en reposo.
En
ocasiones el dolor de una fascitis plantar puede acabar alcanzando el
tobillo o incluso los dedos de los pies.
Diagnóstico
El examen
físico y el diagnóstico en general para este trastorno son bastante sencillos,
el facultativo buscará evidencias de hinchazón, enrojecimiento de la zona y
sensibilidad a la presión en el talón. A veces se puede realizar también un estudio de la marcha informatizado.
En
algunas ocasiones, si el dolor es muy intenso, pueden tomarse radiografías o ecografías para
descartar otro tipo de lesión, pero por lo general no suele recurrirse a este
tipo de técnicas.
No
obstante, el diagnóstico adecuado de la fascitis plantar es fundamental para
poder instaurar un tratamiento adecuado al pie del paciente con el fin de que
su dolencia desaparezca.
Tratamiento
El tratamiento para la fascitis plantar
es simple y por lo general bastante efectivo, aunque suele tardar varios meses
en resolverse, por lo que se debe mantener el tratamiento hasta la remisión del
dolor (al menos durante tres meses). Las dos medidas principales son la
administración de antiinflamatorios
y la recomendación de ejercicios de
estiramiento para el talón, como alguno de los siguientes:
-
Estiramiento en una
escalera; se apoyan los pies en el mismo escalón y se presiona con
los talones hacia abajo.
- - Peso sobre una sola
pierna; asegurándose un punto de apoyo estable, se adopta la
típica posición de “pata coja” sobre el pie lesionado. A continuación se
levanta progresivamente la parte trasera del pie hasta dejar todo el peso del
cuerpo sostenido en los dedos. La bajada se realizará lentamente, asegurándonos
de no sobrecargar el empeine.
- - Estiramiento de la
pantorrilla; frente a una pared, apoyamos las manos y mantenemos una
pierna delante y otra detrás. La pierna delantera debe quedar ligeramente
flexionada, mientras que la trasera debe estar estirada y con la mayor parte de
la planta del pie en contacto con el suelo. En esta posición se echa el cuerpo
hacia delante hasta notar tirantez.
--
Estiramiento con toalla; sentado
en el suelo con las piernas estiradas, el tronco erguido y los pies rectos (con los dedos hacia el techo), pasamos una toalla doblada (a modo de cinta) por
detrás, a una altura justo por debajo de los dedos. En esta posición y tomando
los extremos de la toalla con las manos, se tira de ella hacia el propio cuerpo
-
Ejercicio con frío; tomar
por ejemplo un refresco en lata del congelador y hacerlo rodar hacia adelante y
hacia atrás con el pie desnudo, además de estirar el pie, aplicar frío a la zona
lesionada ayuda a disminuir el dolor. Este es un buen ejercicio para realizar
después de caminar.
Además
de esto, existen otras medidas que también pueden realizarse en casa como reposar
lo máximo posible para evitar esfuerzos extras al pie y emplear calzado
adecuado, con una buena sujeción y amortiguación, un zapato con el talón
ligeramente elevado reduce la tensión sobre la fascia.
Si
estos métodos no funcionan, y el dolor persiste, se recurrirá a otros
tratamientos para la fascitis plantar:
-
Almohadillas y vendajes; las
primeras se emplean con el objetivo de amortiguar el impacto al caminar, los
vendajes sin en cambio sujetan el pie asegurando que se pisa correctamente y
que no se realiza ningún movimiento repetitivo que agrave la lesión (para proteger
la zona lesionada, al caminar se tiende a pisar de distinta forma, apoyando el
peso en otras zonas que finalmente también resultan perjudicadas).
-
Dispositivos ortopédicos;
estos se colocan en el interior del calzado para corregir anomalías estructurales
(como los pies planos).
-
Férula nocturna; se
emplea para estirar la fascia durante un número de horas significativo,
permitiéndola sanar, pero no condiciona la actividad diaria del paciente.
-
Cirugía; en los
casos más graves, puede ser necesario recurrir a la cirugía. Este procedimiento
se requiere en muy pocas ocasiones, y consiste simplemente en desprender la
fascia del talón.
Prevención
- Evita el sobrepeso y la obesidad, ya
que los kilos de más someten a la fascia plantar a un esfuerzo adicional.
-
Usa siempre un calzado adecuado, especialmente para
caminar y hacer ejercicio. Si es posible cambia tus
zapatillas de correr con frecuencia, y utiliza una plantilla de corrección si
es preciso.
-
Evita permanecer mucho tiempo de pie o
caminar descalzo, así como el calzado sin sujeción.
-
Al practicar ejercicio,
alterna las caminatas con otras actividades que no tienen impacto sobre la
fascia, como nadar y montar en bicicleta.
-
Cuando camines o corras, procura que sea sobre
superficies lisas y llanas, cambiando el asfalto por terrenos más blandos y
menos lesivos para la fascia.
-
Utiliza algún tipo de vendaje o sujeción que
amortigüe mejor tu pisada.
-
Haz ejercicios de estiramiento del tríceps sural
regularmente.
-
Existen algunos masajes y terapias que no solo
alivian el dolor de la factitis sino que la previenen.
Fuente: Web consultas, tu centro médico online.